Hace varios años, atravesaba uno de los momentos más difíciles de mi vida. Mi corazón aún dolía por la pérdida repentina de mi padre meses atrás en un accidente y, justo durante el duelo, recibía un diagnóstico de cáncer para mi madre. En medio de todo esto, se entraron los amigos de lo ajeno a mi apartamento. Cada nuevo desafío parecía añadir más peso a mi carga emocional y física, afectando también mi salud.
Recuerdo una noche a oscuras en mi habitación, llorando sentada al borde de la cama, sintiéndome agobiada. Mientras sostenía un objeto en mis manos, y lo dejaba caer con fuerza al piso, viéndolo despedazarse me preguntaba: ¿Y ahora, qué más vendrá?
Al final todo fue pasando y poco a poco algunas de esas situaciones se fueron solucionando exitosamente. Mi madre se recuperó y comenzó a disfrutar de una buena salud, lo material se recuperó con el tiempo, y de la muerte de mi padre me queda su profundo amor y las enseñanzas que me acompañarán por el resto de mi vida.
Muchos de nosotros hemos pasado por momentos en donde todo parece colapsar. Sentimos que no tenemos la fuerza ni la capacidad de seguir adelante. Frente a ello, es posible experimentar confusión, ira, tristeza, sentimientos de fracaso, de haber fallado, e incluso sensación de culpa por haber cometido errores. Y también podemos culpar a otros.
¿Qué hacer en esos momentos? Estas son algunas de las cosas que me ayudaron y aún me ayudan a navegar los altibajos de la vida con fortaleza, certeza y equilibrio (mi práctica de Mindfulness ha sido fundamental):
1 –Conectar con las emociones
Lo más normal podría ser tratar de reprimir las emociones, pero esto es contraproducente. Tarde o temprano van a manifestarse de alguna forma incluso afectando la salud. Sentir emociones es parte de nuestra experiencia humana. Por eso es importante reconocer lo que se está sintiendo y nombrarlo: “siento miedo”, “tengo ira… dolor, frustración, desesperanza”. Una práctica regular de mindfulness (atención plena en el momento presente) nos apoya para ver nuestra experiencia con claridad, curiosidad e interés y sin juzgarla.
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2 –Evitar la autocrítica y el juicio a los demás
En lugar de juzgar o juzgarnos y de culpar o culparnos de la situación, recordar nuestra humanidad compartida. En cada momento hay muchas personas que están pasando por circunstancias complejas que no controlan y no desean. Puedes recordar esto al decir: “en estos momentos hay muchas personas, que como yo, están sufriendo”.
Esto nos ayuda a comprender que no estamos solos frente al dolor, que no hay nada de malo en lo que sentimos y que es parte de nuestra experiencia humana.
3–Expresarnos bondad
Esto lo podemos hacer de varias formas. Una de ellas es decirnos frases de bondad o apoyo como lo haríamos con un amigo o un ser querido que está pasando por momentos de dificultad. Otra forma es imaginar que estamos siendo rodeados por una luz benevolente que proviene de un ser querido o una figura espiritual. Y otra forma es ofreciéndonos un gesto físico de apoyo como un abrazo, o colocando una o dos manos en el corazón, o una mano en el corazón y la otra en el abdomen, etc.
4–Recordar nuestra resiliencia
Sin lugar a dudas, cada uno de nosotros ha vencido obstáculos en el camino. Podemos traer a la mente momentos difíciles del pasado que superamos. Esto se puede acompañar de la siguiente frase que además nos ayuda a cultivar ecuanimidad: “Esto también pasará”.
5–Cultivar certeza en la vida
Siempre he creído que por más dura que sea una situación hay algo que aprender de ella. Nos puede ayudar a crecer y a cultivar bondad, empatía y compasión. Como dice la gran maestra y autora Pema Chödrön:
“Cuando las cosas se desmoronan y no podemos recomponerlas, cuando perdemos algo querido, cuando todo simplemente no funciona y no sabemos qué hacer, este es el momento en que la calidez natural de la ternura, la calidez de la empatía y la bondad, están esperando a ser descubiertas, esperando a ser abrazadas. Esta es nuestra oportunidad de salir de nuestra burbuja de autoprotección y darnos cuenta de que nunca estamos solos. Esta es nuestra oportunidad de comprender finalmente que dondequiera que vayamos, todas las personas que conocemos son en esencia iguales a nosotros. Nuestro propio sufrimiento, si nos volvemos hacia él, puede abrirnos a una relación amorosa con el mundo.”
En medio de la oscuridad y el dolor, se puede encontrar la fuerza que no sabemos que tenemos. Es en los momentos más difíciles que descubrimos nuestra verdadera fortaleza y resiliencia. Al pasar el tiempo y mirar atrás, podemos ver incluso con gratitud cómo la adversidad nos sirvió para conectar con la claridad mental y la paz interior. Cada desafío, por abrumador que parezca, se puede convertir en una oportunidad para crecer, para sanar y para encontrar un propósito más profundo en la vida: despertar a una realidad más grande que esta.
Finalmente, si sientes que la situación es demasiado abrumadora y que no es fácil salir de ella, o si definitivamente no encuentras una salida, no te hundas en un espiral de sufrimiento. ¡Busca ayuda!
Con amor,
Magloire
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